Las transformaciones que se está produciendo en el ámbito educativo, implican una toma de decisiones de importancia estructural que necesitan del consenso de los actores implicados. La velocidad de los cambios en el “afuera” a menudo no acompañan los tiempos del “adentro”, por lo cual la toma de decisiones puede ser la correcta pero no se ajusta al tiempo requerido para implementar esa decisión. En tal sentido se plantean tres tipos de decisiones en función de las actitudes del responsable de tomarlas:
Esta clasificación es interesante para que los directivos realicen una autoevaluación en función del cúmulo de decisiones que deben realizar en el día a día.
A menudo, a la hora de tomar decisiones, prima el criterio individual olvidando el arco de los valores institucionales.
En efecto, cuando se pregunta a directivos o docentes si conocen el ideario institucional, es decir, si recuerdan el contenido global de los principios esenciales sobre los cuales una institución apoya su existencia e identidad, a menudo las respuestas son vagas o generales. En consecuencia, si las decisiones tomadas responden a lineamientos personales lejanos del espíritu institucional, hay una incoherencia grave.
Es fundamental que cada institución educativa comunique en todo sentido su ideario o principios fundacionales, vertical y horizontalmente, pues debe ser el espíritu que inspire u defina el marco del proceso de toma de decisiones, asegurando una coherencia de criterio y un ejercicio profesional de dicho proceso.